o más complicado de marcharte de tu país al otro lado del mundo es para empezar tomar la decisión con confianza y determinación y mantener después esa convicción, porque cuando llega el momento de contarlo a las personas que te importan y a las que te interesan tienes que estar preparado por si no recibes los elogios que necesitas o los ánimos que te sustentan la decisión.
Casi siempre los que más te conocen se alegran y te empujan a hacerlo, porque saben cómo eres y lo que andas buscando desde hace tiempo y que esto es lo que esperas que te vaya a hacer más feliz.
Lo siguiente más complicado es dejarlo todo de verdad y decir adiós a todas estas personas e hijos de cuatro patas.
La vorágine de la preparaciones impiden que puedas dedicarles abrazos y ojos llorosos de despedida a todos los que te gustaría, pero lo que te conocen y te quieren saben que a ellos también les estás diciendo: "te echaré de menos".
Pero ya estamos aquí. Parecía que el día no llegaría nunca, pero el tiempo es imparable, siempre te alcanza aunque él sea lo mas inalcanzable del mundo.
Hemos llegado a Montevideo. No puede decirse al primer vistazo que sea ja ciudad "bella" como sí parecen París, Roma o Praga... Pues resulta un pequeño caos desde donde aparenta. Ningún edificio tiene sentido al lado del otro. Enormes cristaleras están pegadas a columnas corintios y éstas a su vez a fachadas versallescas...
Es sólo el primer día, habrá que mirarlo despacito y con atención (las primeras impresiones siempre se me dieron mal), porque como casi todo lo importante, lo esencial está ahí aunque al principio no se vea.
El viaje ha empezado.
El gran salto ya está dado.
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